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Oh! Tierra milenaria,

terruño ancestral, fruto de Dios.

Envias hijos al mundo nuevo,

llevando en sus almas,

tus valles, montañas y mares,

la esperanza de lo nuevo.

Parten benditos emigrantes,

infelices mortales

en busca de la Tierra prometida

que solo existe en sus anhelos.

Lágrimas de nostalgia y ausencia

de una vida con sueños dejaron.

Desde otras tierras lejanas

con un mar por vencer, otros ojos,

miran hacia el cielo español

que brilla solo en su tierra,

y cuyo deseo es que su hijo,

busque el hogar y un amor nuevo.

Una mora abre para él

sus brazos, sus senos y vientre

cubre sus fríos y sus miedos,

cobijando su cansancio,

madurándolo a punto de hombre,

de pie firme sobre el prado verde

alta su mirada y en paz..

La bendición de una hija

crisol de sangre,

con el sol en sus cabellos,

prolonga su destino.

Hoy, es tu dilecto hijo

que madre lejana, añora.

Gracias, Oh! Tierra lejana,

que parte de mi sangre guardas.

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