La Copa


.

La miró más allá del cristal
despidiéndose de ella y de todos.
Abruptamente el índice y el pulgar
se abrieron como una pinza,
en ese instante se detuvo el tiempo.

Lejos del llovido pelo negro
recorrió su fino cuello trigueño
adornado por la gargantilla.
El busto firme fue testigo
de su inmediato final.

La imagen de aquel rostro
reflejada en el cristalino,
fue alejándose como quien
se hunde lentamente
tragado por la profundidad.

Al pasar por el borde de la palma,
se ilumina por pequeños flashes
de la pulsera de brillantes que
llego a esposar esa muñeca en
otros tiempos, otros brindis.

Su cintura recorrida por el
lazo gris, es anónima.
Se recuesta cansada en el aire y
gira por el movimiento del champán
sin perder su digna verticalidad.   

En la caída libre la asalta
el testigo negro del vestido.
Un segundo ante de estallar
la recibe el suelo ajeno
sin contención, ni dolor.

Sin nada de nadie
así como ellos se separan,
cien mil cristales por el aire
salpican sandalias y pies
burbujas de sangre rubia.

Y arriba sin saber en donde
todo comienza o termina,
aquellos ojos verdes le
suman una lagrima,
transparente como la copa.

 .

0 comentarios:

Blog Archive